Lima, van dos

Estoy sentado en un banco del patio del pabellón H de la PUCP. Si alguien se quejaba de que en España algunas clases acaban a horas intempestivas, aquí acaban a las 10 de la noche. Y eso que en teoría cenan a eso de las 8. Esto es estar motivado y lo demás son tonterías.

Frente a mí tengo un arbol precioso. Dice que es un algarrobo, prosopis pallida. Le podría sacar una foto, pero (a) Irene se ha dejado la tarjeta de mi cámara en su ordenador y (b) no podríais apreciar lo bonito que queda aquí en el centro del patio, entre cactus, flores, bancos de madera y gente parloteando animadamente.

Hoy hemos comido lomo salteado, que consiste en trozos de carne de ternera (que aquí llaman simplemente “carne”), mezclados con verduras locales, patatas y, por supuesto, la ineludible montañita de arroz, que se sirve con todos los segundos como sustituto del pan. Comer fuera es muy barato, de 6 a 10 nuevos soles, algo así como de 2 a 4 euros. Lo único caro es la bebida. Una cerveza te puede costar casi tanto como un almuerzo entero. Otra cosa que parece muy cara son las servilletas, porque los cubiertos te los dan envueltos en un trocito diminuto de servilleta que además sólo tiene una capa, limpian más mis pañuelos de papel la verdad.

Tan barato es comer fuera que hay gente que dice que es más barato que hacer la compra y cocinar en casa, y yo les creo. Pareciese que la gente paga por trabajar o algo, no lo pillo.

Ya le voy cogiendo el tranquillo a esto de los carros/buses. De hecho, ¡por fin he visto autobuses de verdad! Lo otro eran micros, combis o carros, pero en el centro de Lima tienen una cosa que se llama “metropolitano” que se parece mucho a nuestros autobuses españoles, sólo que se tienen que coger desde plataformas porque tienen la entrada alta. Mucho más espacio y te sientes más seguro. De todas formas, no tiene el encanto de gritar “paradero” dentro de un carro petao de gente.

El otro día sacamos los billetes para ir a Cuzco, Ollantaytambo y Aguas Calientes (al lado del Machu Pichu). No tendremos mucho tiempo para las visitas porque los viajes son larguísimos y vamos justísimos de tiempo. De Lima a Cuzco… ¡21 horas en autobús! Va a ser la muerte, y lo más guay es que a la vuelta tendré que hacerlo solo, porque Cris e Irene se quedan un par de días más por Cuzco y alrededores. Menos mal que los asientos serán cómodos y podremos dormir. :)

Endavant!

El tráfico es brutal. Yo creo que se puede resumir como que es como si todos los coches fuesen como van las bicicletas por Barna, o incluso algo más caótico. Es decir, esquivando coches, cambiando de carril constantemente… Los peatones los respetan menos y nada. Como dice Irene, aquí los coches van primero y luego los viandantes; eres tú el que te tienes que parar incluso en el paso de cebra porque muchos te atropellarían sin dudarlo y encima te echarían la culpa.

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