Cernunnos, III

Hoy ha sido el primer día de trabajo en el campo y nos hemos levantado un poquito antes, sobre las nueve. Hemos desayunado porridge con miel y moras. El porridge es como nuestro muesli pero triturado y cocido en leche hasta que adquiere consistencia pastosa. Sólo es un poco soso, pero si se le añaden frutas y dulces no está nada mal.

El trabajo de esta mañana, ha consistido, en primer lugar, en arrancar las malas hierbas que pululaban los laterales de un par de bancales de la huerta. La principal dificultad consistía en diferenciar las malas hierbas de las que no lo son. Es decir, saber qué se está cultivando exáctamente en el bancal y que forma y posición tiene. Porque, por ejemplo, la menta es una mala hierba en el bancal de cebollas y melones; con lo buena que está en los mojitos, qué injusticia.

El curro gordo ha venido luego y ha consistido en limpiar toda una zona donde queremos crear dos bancales elevados sobre troncos. Aquí lo difícil no es tanto arrastrar las ramitas y arrancar plantitas sino sacar las raíces de las zarzas. Estas malditas están por debajo de toda la huerta y son profundas y fuertes. Para sacarlas hay que usar el pico para soltar la tierra y luego tirar fuerte, y volver a usar el pico. Y así hasta que salgan o te canses y las cortes y punto.

En ese punto es además justo cuando ha empezado a arreciar el Sol. Antes no había hecho tanto sol, pero esta vez hasta me he puesto crema. Mañana a ver si me pongo las gafas de sol y todo.

David me ha dicho que después de este voluntariado tiene ganas de ejercer de músico callejero, probabablemente en Madrid. Y yo que pensaba que la gente que tocaba pidiendo en la calle lo hacía por necesidad… ¡Pues hay gente que lo busca! Espero que no se encuentre con muchas mafias ni sumos de Plaza de España, ni ordenanzas municipales que te fuerzan a sacarte una licencia para poder tocar en la calle. ¡Basta ya de pretender regularlo todo! Que me hago liberal a este paso.

Después de comer un plato escocés que es como una tortilla de patata pero sin huevo y con la patata triturada (y un huevo encima, muy bueno) he estado un rato leyendo a Hemingway, un libro que me regaló Joanne: “Fiesta: The Sun Also Rises”. El personaje de Hemingway me empezó a interesar después de ver su imitación en “Midnight in Paris”, que es simplemente genial. No sé cómo pueden beber tanto los personajes del libro. Están una copa tras otra; me sorprende que no estén siempre borrachos. O a lo mejor sí que lo están y Hemingway simula que no.

El caso es que más tarde David y yo nos hemos ido a recoger endrinas, que es un fruto pequeño que al comerlo te deja pegajosa la boca, para hacer más tarde mermelada con ellas. Aquí lo único difícil es saber si están maduras o no. El resto de la tarea es simple y relajante.

Por la noche he llamado a mis padres por Skype, posible gracias a la conexión a Internet por satélite de la casa, que cobertura de teléfono no tendrá, pero Internet sí. Es la primera vez que cojo un ordenador en tres días y no me he resistido a mirar El País. Parece que todavía no nos han rescatado. Eso es que las cosas económicas no van demasiado mal a corto plazo aún. Aunque a lo mejor mañana hay sorpresa, porque tarde o temprano algún tipo de rescate es inevitable en un mundo en el que a los mercados funcionan bajo la ley de la oferta y la demanda y España es el país perfecto con el que jugar por su falta de liquidez y su gobierno neo-liberal en recortes. Pero para cuando el país implosione, yo ya sabré algo de cómo irme a vivir al campo y pasar de su mierda.

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