Cernunnos, IX

Nuestra expedición a los pueblos abandonados ha sido un fail total. A pesar de las indicaciones de los chicos y un mapa que nos han hecho del camino, no hemos conseguido llegar y nos hemos perdido un rato largo. Al llegar a un punto, el camino desaparecía ante nuestros ojos y nos veíamos obligados a seguir pegados al río hasta toparnos con una pequeña cascada infranqueable. No contentos con esto, hemos emprendido una subida por la ladera de la colina. Lo que en un principio era una peligrosa pendiente se ha acabado tornando en bosques de maleza seca de creciente espesor, que nos obligaba a avanzar tragándonos centenares de ramas y arañándonos todo el cuerpo. Después de cerca de una hora de subida y al llegar a una roca desde la que no se veía ni rastro del supuesto camino, hemos desistido y decidido bajar, no sin duras penas y amplias posibilidades de rompernos brazos y piernas al pisar y agarrarnos en falso a ramas que se quebraban bajo nuestro peso.

Al llegar abajo y tras una pequeña pero arriesgada investigación para encontrar el camino, donde tanto David como yo hemos estado a puntito de caernos y esnucarnos contra una roca, hemos pasado de los premios Darwin y decidido volver a casa.

La explicación más plausible que encuentran los chicos* es que hayamos confundido el río con un arroyo cercano. Maldito verano. ¡Al menos el camino ha sido bonito!

* Y que más tarde se demostró correcta.

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